Visitar Provenza-Alpes-Costa Azul

Pasee por las hermosas calles del casco antiguo de Niza, un auténtico laberinto de edificios de colores pastel, iglesias antiguas, encantadoras callejuelas y abarrotados cafés. El río costero Paillon separa el casco antiguo del resto de la ciudad. Al final del paseo marítimo, únase a la plaza Garibaldi, decorada con fachadas porticadas ocres y amarillas, y luego suba a la colina del castillo, del que sólo quedan los restos. Situado frente al mar, este parque arbolado de 19 hectáreas es una auténtica invitación al viaje. Sus senderos sombreados, su magnífica cascada y sus numerosos miradores ofrecen unas vistas panorámicas excepcionales sobre la bahía de los Ángeles, la ciudad, las colinas y los Prealpes.

La ciudad de Hyères es famosa por sus islas paradisíacas, sus extensiones de arena blanca y sus callejuelas llenas de flores. Empiece por descubrir los secretos del yacimiento arqueológico de Olbia, antigua colonia fortificada poblada por pescadores, agricultores y soldados. Si se siente más deportista, quizá le apetezca pasear por el "parcours des Arts", un empinado sendero que atraviesa la ciudad medieval. Si le gusta el arte contemporáneo, diríjase a la Villa Noailles para seguir los pasos de Giacometti, Man Ray, Jean Cocteau y Salvador Dalí. Las vistas desde el jardín son impresionantes, al igual que las calas circundantes bañadas en aguas turquesas. La isla de Porquerolles es una auténtica joya de la región, que bien merece una visita para practicar senderismo o ciclismo de montaña, así como algunas de las mejores inmersiones del país.

¿Busca emociones fuertes? Elegida la ciudad más deportiva de Francia en 2013, Gap ofrece senderismo, rafting, barranquismo, escalada, espeleología y parapente. La ciudad alpina también cuenta con un rico patrimonio cultural, con la majestuosa catedral de Notre-Dame-et-Saint-Arnoux, la Torre del Reloj, la iglesia de Saint-André-les-Cordeliers y la casa solariega de Kapados. Entre visita y visita, pasee por el Parque de la Pépinière, salpicado de amplias avenidas arboladas y pistas de petanca. A lo largo de las callejuelas que bordean la plaza Jean-Marcellin, encontrará numerosos restaurantes que sirven especialidades regionales como el tourton, una especie de rosquilla rellena de puré de patatas, y las oreilles d'âne (orejas de burro). A continuación, suba a la cima de la Montaña de Céüse, donde la vista panorámica del valle de Gap es asombrosa.

Deslícese por el corazón del tradicional Vieux-Port de Marsella, uno de los símbolos patrimoniales de la segunda ciudad del país, tan representativa del Sud de Francia. La miríada de barcos de pesca y de recreo bajo la mirada de la basílica de Notre-Dame-de-la-Garde es un ejemplo de ello. Tras un paseo por los muelles bajo la Ombrière, recorra el legendario mercado del pescado y relájese en las terrazas de los restaurantes y cafés del Quai de Rive-Neuve. Aproveche para pasear por los famosos barrios de Marsella cercanos al puerto. Aquí también podrá embarcar en los transbordadores para descubrir las maravillas que se extienden entre Marsella y Cassis: el parque nacional de las Calanques, el archipiélago de Frioul y el castillo de If.

En el corazón de la región de Alpes de Alta Provenza, en la confluencia de tres ríos, Digne-les-Bains es el lugar ideal para los amantes de los balnearios. El centro histórico está dominado por la pintoresca catedral de Saint-Jérôme y la torre del reloj. Al final de las calles peatonales, la catedral Saint-Jérôme ofrece una vista excepcional sobre los tejados de la ciudad. Otro tesoro: el Museo Gassendi está dedicado a la historia, el arte y la ciencia locales. Digne-les-Bains, corazón histórico del comercio de la lavanda, acoge a principios de agosto el Corso de la Lavande, una fiesta de cinco días con desfiles de carrozas florales, mercado agrícola y espectáculos. La ciudad también es muy popular entre los amantes de las actividades al aire libre y las emociones fuertes (senderismo, parapente, escalada, barranquismo, vías ferratas, etc.).

Miramas es un pequeño rincón de la Provenza tan encantador como inesperado. Encaramado en una loma rocosa, el pueblo fortificado de Miramas-le-Vieux domina la costa salvaje del Etang de Berre, ofreciendo un panorama excepcional. Esta joya histórica ofrece un paseo único desde la Cruz del Jubileo hasta la puerta de Notre-Dame, pasando por la capilla de Saint-Julien, el famoso pino carrasco, los restos del castillo y las pintorescas callejuelas. A continuación, podrá sumergirse en el corazón del parque de la antigua Poudrerie Royale, un escaparate de 135 hectáreas de increíble biodiversidad, o en el dominio de Cabasse, una zona boscosa que rodea el castillo del mismo nombre. Comprometido con el turismo sostenible, el lugar es ideal para practicar actividades al aire libre. Tanto si es un principiante como un golfista experimentado, le encantará descubrir el suntuoso campo de golf de 18 hoyos.